Si algún día sin querer tropezamos.
Cuando te hablen de amor
y de ilusiones
y te ofrezcan
un sol
y un cielo entero.
Sí te acuerdas de mí
no me menciones
porque vas a sentir
amor del bueno.
José Alfredo Jiménez
Pedro y Vilma Picapiedra.
Pedro y Vilma, de la edad de piedra, al parecer no la pasaban mal pese a las rabietas de Pedro o a los errores que eran secundados por su amigo el Enano. Ahora, no se sabe que sería de la familia Picapiedra si Vilma fuera al trabajo o si su tolerancia con las jugadas del obeso esposo fuera menor, de seguro, si la suegra los visitara con más frecuencia Pedro hubiera solicitado el divorcio. Este arquetipo de una familia simpática de la edad de piedra, amor inocente, la primera pareja de la historia animada en aparecer por televisión en la cama empezando la década del 70. Un amor de caricatura.
La historia de amor más pasional del medievo.
Abelardo, gran filósofo francés, conoció a Eloísa cuando tenía treinta años; ella era una chica inteligente y bella sobrina de Fulberto, canónigo de la Catedral de París que no era cualquier catedral y por consiguiente no era un cargo de alguien que se anda con juegos frente a las ofensas.
La pareja llevó una relación en secreto hasta que Eloísa quedó embarazada. Al saberlo, Abelardo la raptó temeroso de las represalias del canónigo. Eloísa dio a luz en Gran Bretaña. Al regreso de la pareja, Fulberto que requería venganza castra al amante y obliga a su sobrina a ingresar en un convento. Abelardo, por su parte, pasa por varias abadías y se dedica al diálogo filosófico, práctica que le trajo varias enemigos gracias a sus ideas calificadas como revoltosas.
Abelardo murió en 1142 y Eloísa en 1163 pero fue solo hasta 1808 cuando los restos de los dos amantes descansaron juntos y en 1817 se realizó un panteón para depositar los restos de los dos amantes en el Cementerio de Père-Lachaise de París. Un amor después de la muerte.
Amor en círculo.
El amor del magnate naviero Aristóteles Onassis y la cantante de ópera María Callas, dicen los que les conocieron, fue inmenso y suntuoso. Para Onassis la conquista de mujeres era otra forma de posesión de bienes y la cantante por su lado vivía su mundo real con el mismo dramatismo e intensidad de los papeles de las óperas que más le gustaban como Violeta en 'La Traviata'.
Onassis y Callas se conocieron cuando coincidieron en un crucero al que fue invitada “La Divina” con su primer esposo. Desde ese mismo momento ambos decidieron que continuarían juntos. Pero el amor parece tener doble filo y la pasión duró hasta que otra mujer ganó la atención de Onassis y a comienzos de los años 60 se lanzó a la conquista de quien entonces parecía un imposible, la esposa del presidente asesinado de los Estados Unidos, Jackie Bouvier Kennedy.
Sin embargo Callas y Onassis continuaron juntos y el naviero la visitaba en la isla de la diva incluso cuando estaba casado con Jackie Kennedy.
Amor de artista.
Los artistas y los genios suelen tener mundos interiores turbulentos o sinuosos pero siempre complejos que tienen que ver tanto con su obra como con su relación con los otros. Salvador Dalí encontró en Gala Eluard una relación que se encontró más en el arte que en la pasión.
Dalí, según sus biógrafos presentaba un cuadro raro en su psicología, ante todo estaba su arte y sus excentricidades y Gala Eluard fue soporte para ambos. El pintor nunca reconoció su homosexualidad, hecho que le trajo tantos dolores de cabeza a García Lorca, en cuanto a las relaciones sexuales las consideraba sucias y cercanas a la aberración; Gala era en cambio una mujer de sexualidad desinhibida, esta característica de su personalidad le ayudó a Dalí a encontrar mucho del sentido particular de su obra.
No todo fue amor y gusto por el arte, Gala manejaba a Dalí con inflexibilidad y él dependía en muchos aspectos de ella; debe ser por eso que cuando ella murió entró en una tristeza profunda de la que no se recuperó. Amor de artista, un laberinto tormentoso.
Amor infinito.
Jorge Luis Borges y María Kodama estuvieron juntos durante la fase final de la vida del escritor, no es fácil encontrar una pareja que reúna sentimiento y razón para su amor y para conocer al otro; por eso prefiero que sea ella con sus palabras la que de algunas luces de un encuentro profundo, entonces, es mejor el apoyo en un fragmento de una entrevista realizada por Cristina Castello.[1]
- No habrá sido fácil ser la mujer del escritor argentino más universal... de alguien que es patrimonio de la humanidad.
- Mire...yo nunca sentí eso con Borges. Me hubiera quedado petrificada. Comencé con él una relación de maestro-discípula cuando era muy niña, y entonces era como... desenfadada, y le hablaba de un modo fresco y espontáneo....si hasta le discutía sobre autores y cosas insostenibles para mí entonces. Pero quise conocerlo, porque las obras suyas que me habían leído me hicieron sentir una hermandad en el misterio.
- Decidió ir a Ginebra para morir. ¿No tenía miedo?
- No, porque no le gustaban las cosas dramáticas o como él decía sentimentales. Borges vivió de manera natural también la muerte: como todos los días, como siempre. Era una persona estoica.
- María, ¿Borges la amó?
- Yo creo que sí, ¿no?
- ¿Y usted lo ama? ¿O lo amó?
- Lo amo.
- Hace un momento el camarero del bar donde tenemos esta conversación la descubrió: «Usted es la mujer de Borges», le escuchamos. Y en alguna de las entrevistas que hicimos anteriormente, me dijo: «No soy la viuda de Borges; soy el amor de Borges». Habló en presente, como muchas veces en esta charla. ¿Los une el Infinito....el «ansia de absoluto», según expresión de Louis Aragon?
- Yo creo que cuando uno encuentra la mitad del alma, es para siempre. Forever and ever… and a day.
- ¿Borges fue generoso con todo lo que contiene la vida?
- Sí, y también con los misterios de la vida.
- ¿Y cuándo descubrió usted que él era su hombre?
- Me di cuenta... en un avión, donde pasó algo muy especial que me hizo sentir «eso», pero... no se lo dije. Bueno, por favor, no me pregunte: esto es mío.
Los amores aquí medio expuestos involucran personas que se salen del molde, están a la vista de muchos y lo usual es que otros hablen de ellos y que se conviertan en puntos de mira, bien sea por morbo o porque la gente así es interesante en esencia. Hay muchos más amores, aquí no caben, pero se encuentran fácilmente relatados en tantas formas, no hablamos de música de arquitectura, asesinatos o suicidios que también suceden por amor y que alimentan los diarios íntimos y la prensa de todo el mundo. El amor anónimo sigue estando así, cada cual se acomoda como puede con este sentimiento, a unos les va bien y otros se mueven entre la decepción y la soledad; la mayoría estamos entre una y otra situación.
[1] Entrevista a María Kodama : Jorge Luis Borges y su universo secreto. Cristina Castello el 6 diciembre, 2007